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El origen de la investigación social

¿Para qué sirve la investigación social? ¿Qué importancia tienen las Ciencias Sociales en el desarrollo y avance del conocimiento humano?

Comenzamos una nueva serie en el Blog de la Fundación iS+D sobre los Fundamentos de la Investigación Social. En ella iremos dando respuesta a aquellas preguntas y dudas que a todo/a investigador/a le surgen en sus proyectos de investigación, con el fin de aportar mayor conocimiento e interés sobre el apasionante mundo de la investigación social.

El origen de la investigación social

Los seres humanos siempre han sentido curiosidad por el mundo que les rodeaba y siempre se han preguntado el porqué de los fenómenos que llamaban su atención. La pasión por aprender es tan antigua como la propia humanidad, pues de ella proviene. Procesos que pueden parecer sencillos, como el control del fuego que se produjo hace unos 400.000 años, fueron producto de un largo proceso de observación y experimentación.

Las respuestas a las numerosas preguntas que se planteaban nuestros antepasados han variado a lo largo de la historia, evolucionando desde las que tenían su origen en la magia y la superstición, hasta las basadas en la toma de datos procedentes de la experimentación y cuya explicación se atribuía al uso de la razón.

Los escritos más antiguos de investigaciones protocientíficas en los que se describían listados de enfermedades, observaciones astronómicas y sustancias químicas proceden de Mesopotamia. La propia invención de la escritura marca uno de los hitos en la evolución del pensamiento. Desde las primeros signos que forman la protoescritura, como las Tablas de Tărtăria de la cultura Vinca del V milenio a.C., hasta la invención de la escritura propiamente dicha registrada en las tablillas de arcilla sumerias, los conocimientos se han ido registrando en diversos soportes, dejando constancia del saber humano y su evolución.

Existen evidencias de que los/as babilonios/as conocían el teorema de Pitágoras y habían desarrollado un sistema sexagesimal de medidas que dividía el día en 24 horas, cada hora en 60 minutos y cada minuto en 60 segundos (sistema que permanece en la actualidad). Asimismo, en Egipto disponían de amplios conocimientos geométricos y médicos relacionados con el tratamiento de diversas enfermedades. 

Un paso fundamental en el avance del conocimiento científico se produjo en la Grecia clásica, donde se establece una separación entre el pensamiento mágico, que imputaba a las fuerzas sobrenaturales la explicación de cualquier fenómeno, y el pensamiento racional atribuido al varón, que se convertía así en el intérprete del mundo observado. Este pensamiento tiene lugar sobre todo a partir de la figura de Sócrates.

A partir de esa época comienza a desarrollarse el pensamiento racional como un proceso cuya finalidad sería la explicación de los fenómenos universales a partir de la inducción-deducción. No obstante, la experimentación unida a la observación tardaría en aparecer ya que el conocimiento se basaba en la lógica aristotélica. A pesar de ello, esta forma de construcción del conocimiento se ralentizaría al caer el Imperio Romano, entrando en clara recesión durante la Edad Media europea en la que se volvería al pensamiento teocéntrico. 

Auguste Comte, Herbert Spencer y Emile Durkheim
Ciencia y subjetividad - Curso "Diseño de Proyectos de Investigación Social"

En Europa, el intento de ofrecer explicaciones lógicas a los hechos y sucesos universales tendría lugar durante el periodo de la Revolución Científica producida durante los siglos XVI y XVII que daría paso a la ciencia moderna. En este periodo se fue desarrollando la experimentación basada en la observación de la mano de Copérnico, Bacon, Galileo Galilei o Descartes, gente de ciencia que desarrollaría la verificación sistemática de experimentos previamente diseñados utilizando instrumentos de medición y comprobación, si bien con la crítica de científicas como Margaret Cavendish (1623 -1673), que otorgaba poca credibilidad a una filosofía basada meramente en los sentidos o Anne Finch (1661-1720), que hace una crítica de la visión mecanicista del universo cartesiano.

En esta época surge la conciencia del pensamiento científico como un proceso de acumulación de conocimiento, orientación que perdura en la actualidad.

Si se busca en Internet la palabra «ciencia», aparece en los primeros lugares la siguiente definición:

«La ciencia (del latín scientia, «conocimiento») es un conjunto de métodos y técnicas para la adquisición y organización de conocimientos sobre la estructura de un conjunto de hechos objetivos y accesibles a varios observadores. La aplicación de esos métodos y conocimientos conduce a la generación de más conocimiento objetivo en forma de predicciones concretas, cuantitativas y comprobables referidas a hechos observables pasados, presentes y futuros. Con frecuencia esas predicciones pueden ser formuladas mediante razonamientos y son estructurables en forma de reglas o leyes universales, que dan cuenta del comportamiento de un sistema y predicen cómo actuará dicho sistema en determinadas circunstancias». (WIKIPEDIA, 2012)

A pesar de algunas voces críticas a la corriente experimentalista, el desarrollo del pensamiento científico fue gestando la idea de que los fenómenos observados tenían que tener una única explicación cierta y universal. Siguiendo esta premisa, la ciencia se orientaría hacia la búsqueda de la verdad, que se consideraba única e inmutable, y hacia la formulación de leyes universales que explicasen los fenómenos universales que inquietaban al ser humano. Aunque autores como Bertrand Russell ponían el acento más en la comprensión de los fenómenos que en la predicción de su comportamiento, lo cierto es que la experimentación se consideraba sinónimo del buen quehacer científico. No sería hasta épocas muy recientes que el carácter universal y predictivo de la ciencia fuese puesto en cuestión precisamente por aquellas áreas del conocimiento que más lo defendieron inicialmente, como la Física.

El desarrollo de la experimentación hizo que los fenómenos relacionados con el estudio de los objetos fueran la fuente de conocimiento a la que se encaminaría la curiosidad humana y la que orientaría la evolución de la ciencia, que se iba a concentrar en torno a las Ciencias Experimentales, pues se partía de la base de que con los objetos se podían efectuar experimentos sin que ello afectase a dichos objetos, y por lo tanto, a la investigación.

A pesar de ello, a medida que se iba considerando la experimentación como base del pensamiento científico, no dejaban de surgir otras formas de conocimiento cuyo objeto de estudio estaba constituido por un conjunto de factores «intangibles» cuyo contenido seguía asociándose más con la «magia» que con el pensamiento científico. Son las denominadas Ciencias Sociales, dedicadas a escudriñar el pensamiento y el comportamiento humano.

Estas ciencias nacerían con el síndrome de la «alienación científica», y gran parte de su tiempo lo dedicarían a justificar que son tan ciencias como las demás, en un intento desesperado por acercarse al modelo de «belleza científica» imperante, en vez de aportar nuevas formas de conocimiento humano. No solo no se cuestionaba el modelo científico tradicional sino que se abría una brecha entre lo que se consideraba la «subjetividad» de los/as investigadores/as sociales frente a la supuesta «neutralidad» de los experimentalistas.

Pero el conocimiento no deja de ser una construcción humana y, por lo tanto, subjetiva. La propia selección del objeto de estudio es de por sí subjetiva. La comprensión de los fenómenos universales conlleva, en primer lugar, su percepción y, en segundo lugar, su explicación, lo que implica necesariamente una interpretación. Y esta interpretación siempre es subjetiva, ya se refiera al comportamiento de una piedra o al de una persona.

El pensamiento científico contemporáneo a inicios del siglo XXI tiene que ser pluralista, y se encuentra enriquecido por concepciones de la realidad que han surgido como consecuencia del avance de diversas formas de conocimiento diferentes de las basadas en las Ciencias Experimentales.

En definitiva, la ciencia es un proceso ordenado de aproximación a la realidad, ya provenga de un conocimiento basado en creencias compartidas y aceptadas, o de la experimentación. Son precisamente las creencias compartidas las que suponen un elemento auxiliar, al mismo tiempo que un obstáculo, para el avance científico; auxiliar porque permiten partir de unos supuestos ya investigados, y por lo tanto, avanzar en el conocimiento; y obstáculo porque se asientan con fuerza en las creencias compartidas de una sociedad impidiendo formulaciones alternativas.

Mª Jesús Rosado Millán

Presidenta de la Fundación iS+D para la Investigación Social Avanzada

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4 comentarios

  1. Me parece muy interesante la entrada. Considero que es relevante como investigador conocer los orígenes de la investigación en Ciencias Sociales y en qué consiste nuestro trabajo. Saludos desde México,

    Pedro. J. R.

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