En ambos casos, los conceptos asociados a dichos términos tienen un carácter clasificatorio, lo que significa que las cualidades que los componen forman conjuntos opuestos en torno a las que los definen y los diferencian. Es precisamente en la clasificación de dichas cualidades en las que el sexo y el género presentan confusiones conceptuales.

La distinción entre ambos conceptos tiene su origen en la literatura médica. Desde la psiquiatría Robert Stoller descubrió, en la década de los sesenta, que había cuestiones relacionadas con el comportamiento de las mujeres y los hombres que no se podían explicar por sus características biológicas, lo que le llevó a considerar que había aspectos contextuales y psicosociales que influían en el comportamiento diferencial de las mujeres y los hombres.

El feminismo también incorporó el género como categoría de análisis para explicar esas diferencias conductuales, así como las relaciones que se daban entre las mujeres y los hombres, gobernadas bajo el prisma de la desigualdad.

A partir de entonces, el concepto de género, entendido como el «conjunto de creencias y disposiciones sociales que establecen lo que una persona debe ser en función de su sexo biológico», ha puesto de manifiesto la construcción social de la masculinidad y la feminidad como categorías que forman parte de la identidad de los hombres y las mujeres. No obstante, esta diferenciación no es compartida por toda la academia, y hay posturas que niegan la distinción entre ambos conceptos por considerar que tanto el sexo como el género son conceptos construidos socialmente.

Sin embargo, la confusión terminológica no proviene de las teorías que defienden la distinción entre sexo y género, sino del uso que se hace de dichos términos. Por un lado, existe una concepción de tipo moralista que evita utilizar la palabra sexo por su relación con la sexualidad; y por otro, el género gramatical introduce confusión cuando se intenta trasladar su definición al terreno del comportamiento humano.

Es por ello que resulta conveniente, desde el punto de vista científico, establecer diferenciaciones conceptuales que ayuden a explicar la realidad social, y está claro que en torno al sexo y al género existen una serie de significados que es oportuno diferenciar. Asimismo, es importante identificar las diferentes categorías que integran dichos conceptos, como son la sexualidad, la identidad sexual o la orientación sexual que constituyen el puente por el que se transita desde el sexo hasta el género, con la finalidad de comprender mejor el comportamiento diferencial de las mujeres y los hombres, identificar su origen y analizar las causas que lo justifican.

Por otro lado, al hablar de la organización social en la que se insertan las vidas de las mujeres y los hombres, aparecen conceptos como patriarcado, dominación, poder, igualdad, equidad y discriminación, los cuales también hay que tener en cuenta para incorporar la teoría de género desde una perspectiva feminista.

Con el fin de agruparlos, estos conceptos podrían estar encuadrados en cuatro grandes bloques:

• Patriarcado → Dominación → Poder → Dominación masculina → División por sexo
• Sexo → Sexualidad → Orientación sexual → Identidad sexual → Género
• Construcción del género → Proceso de socialización → Feminidad y masculinidad
• Igualdad → Igualdad formal → No discriminación → Oportunidades → Equidad → Igualdad de oportunidades