Una de las primeras constataciones evidencia la relación establecida entre el hecho de haber emprendido una actividad y la mayor atribución de competencias, especialmente aquellas relacionadas con actividades que sitúan a las personas con discapacidad en disposición de gestionar o actuar socialmente. Una mayor conciencia sobre los aspectos sociales, así como la capacidad para gestionar las relaciones sociales son especialmente reseñables entre las personas emprendedoras en este colectivo. Resulta algo importante, ya que se trata de competencias estratégicas para el emprendimiento y la propia actividad empresarial, junto al optimismo, la orientación al servicio o la predisposición ante el cambio, competencias todas ellas que han resultado destacables en las personas emprendedoras con discapacidad.

Otro resultado relevante ha sido que la formación, si bien es importante, no resulta especialmente determinante en la valoración de las competencias que se atribuyen estas personas. Si bien las personas con discapacidad que tienen estudios superiores (Formación Profesional de Grado Superior o Universitarios) suelen autoevaluarse de forma positiva en competencias relacionadas con la dimensión de autoconocimiento y autogestión, esto es, las más directamente relacionadas con habilidades psicológicas, no resulta un factor relevante en el resto de competencias. Ello se pone de manifiesto al constatar que no hay una relación vinculante entre otras competencias estratégicas en el emprendimiento, como son la capacidad de influencia, la gestión de los conflictos o el trabajo en equipo, competencias todas ellas en las que la valoración entre las personas con discapacidad y sin estudios superiores es mayor que entre las que poseen dicho nivel. Una posible explicación en este caso guarda relación con que la actitud puede tener mayor rango explicativo que la aptitud o, concretamente, la formación reglada.

Otro hallazgo de esta investigación ha sido la detección de una estrecha relación entre la motivación emprendedora y autovaloración competencial, en este caso, cuando el emprendimiento se lleva a cabo por oportunidad de negocio, la valoración de este colectivo sobre sus competencias es mayor que cuando es la necesidad la que está detrás del proceso emprendedor. Estos resultados coinciden con la literatura sobre el tema, que ha constatado la vinculación entre la oportunidad de negocio y éxito de la actividad y una mayor valoración de las competencias para llevar la actividad emprendedora a la práctica.