¿Qué estereotipos sociales afectan a las personas en función de su edad? ¿En qué consiste el edadismo o discriminación por motivos de edad?
Como se ha señalado previamente en otras entradas, podemos identificar diferentes tipos de desigualdad que surgen con el sistema patriarcal y se derivan de diferencias establecidas a lo largo del tiempo a través de una serie de variables: edad, sexo, color de piel, orientación sexual, estatus, creencias religiosas y capacidad. Es importante destacar que el significado asociado a cada una de estas variables es de naturaleza cultural, ya que su establecimiento se da en el contexto social de cada momento.
La desigualdad tiene su origen en el ámbito social, desarrollada a partir de la noción de poder y dominación, lo que ha llevado a la clasificación de las personas según las variables mencionadas anteriormente. Esta desigualdad valorativa fue incorporada en los textos legales, dando lugar al concepto de desigualdad formal. Así, es necesario diferenciar entre la desigualdad de carácter social, que se conforma por un conjunto de normas no jurídicas, y la desigualdad formal, que se rige por las normas legales que refuerzan las anteriores.
En resumen, las desigualdades basadas en el sexo han dado lugar a la construcción social del género; las desigualdades basadas en el color de piel o características raciales han dado lugar a fenómenos como el racismo; las desigualdades relacionadas con la capacidad se manifiestan en forma de discriminación funcional y competencial a través del capacitismo; las desigualdades vinculadas con la edad se conocen como edadismo; la discriminación de estatus o clase está determinada por el nivel o posición que las personas ocupan en la pirámide social, dando lugar al clasismo; y las desigualdades vinculadas a la orientación sexual e identidad de género se manifiestan en forma de LGTBIfobia.
En esta ocasión nos detendremos en la desigualdad por razón de edad, lo que deriva en la mayoría de los casos en edadismo, esto es, la discriminación por motivos de edad que, principalmente, sufren las personas mayores.
Si te interesa, no dejes de echar un vistazo a la serie Género, Igualad y Derechos Humanos de este Blog.
Desigualdad por razón de edad
Este tipo de desigualdad basada en las diferencias físicas que experimenta el cuerpo humano a medida que transcurre el tiempo. Las transformaciones corporales están relacionadas con las capacidades físicas e intelectuales y está claro que un bebé no puede correr o que una persona de avanzada edad puede tener dificultades para hacerlo. Pero es la valoración social que se hace de las diferentes edades la que les confiere una valoración positiva o negativa al hecho condicionando así su desarrollo funcional.
Diferentes edades
Fuente: Libro «Hacia un Feminismo del Punto Medio: Nueva Teoría para la Igualdad de Género»
Pierre Bourdieu señala que la edad es un dato biológico socialmente manipulado y manipulable y que las relaciones entre «jóvenes» y «viejos/as» están condicionadas por el poder que se ostenta al ser el eje determinante de dichas relaciones (Bourdieu, 2002). Bourdieu hace referencia a la «manipulación» que las personas de mayor edad ejercen sobre la juventud, si bien ese ejercicio de poder se refiere más bien a los varones con experiencia que se encuentran en edad productiva, ya que al pasar a lo que se denomina «tercera edad», los hombres pueden verse discriminados al encontrarse excluidos por no considerarse productivos ya (Osorio Parraguez, 2006).
- La edad suele presentarse como un factor de discriminación. Es lo que se conoce como edadismo: discriminación por razón de edad basada en estereotipos sociales.
Desde esta perspectiva, la edad suele presentarse como un factor de discriminación. Es lo que se conoce como edadismo, esto es, la discriminación por razón de edad basada en estereotipos sociales. Este término fue acuñado por el médico gerontólogo y psiquiatra estadounidense Robert Butler (1975) a final de la década de los 60 del siglo pasado.
El edadismo se vincula en muchos casos con la capacidad, cuestión que afecta especialmente a las personas de más edad (González Ortega, 2001) pero también a las muy jóvenes. Es en este sentido que se pronuncia la Directiva 2000/78/CE de la Unión Europea referida al empleo y la ocupación, al incluir la edad entre los motivos de discriminación.
Existe una serie de barreras invisibles que valoran la capacidad personal en función de la edad que ejercen una gran presión social y que afecta especialmente a los tramos de infancia, adolescencia y senectud, es decir, aquellos en los que la capacidad de obrar se encuentra limitada por no haberse alcanzado la mayoría de edad, o aquellos en los que se ha terminado la actividad productiva, pues la desigualdad por edad está muy relacionada con la productividad, y por lo tanto, con los entornos laborales (Roscigno, 2007; Kunze, Boehm y Bruch, 2011; Johnson y Neumark, 1997). Dicho reconocimiento está basado, como casi todos los tipos de desigualdad, en estereotipos sociales que agrupan a las personas en función de determinadas creencias, que si bien pueden tener una base real, son aplicadas a todo un colectivo sin más.
También hay estereotipos de edad relacionados con la salud. Cualquier enfermedad de quienes son mayores va a ser achacada, en primer lugar, a la edad, haciendo de esta percepción un círculo por el que transita la idea de que «esto me pasa porque soy mayor» y «como soy mayor esto es lo que me tiene que pasar». La frase «los años no pasan en balde» significa precisamente eso: achacar a la edad cuestiones que tal vez puedan estar relacionadas con otros factores.
Es interesante el estudio de Bustillo-López y Fernández-Ballesteros acerca de la incidencia que los estereotipos que tienen los y las profesionales de atención a personas mayores al creer que son muy sociables pero poco capaces, lo que da lugar a una atención de tipo paternalista (Bustillos-López y Fernández-Ballesteros, 2012).
Cruzando la edad con el género, las mujeres llevan la peor parte en lo que a desigualdad se refiere, sobre todo las mujeres mayores, por sus tasas de pobreza más elevadas (debido a la desigual posición que ocupan en el mercado laboral). Muchas mujeres abandonan el trabajo cuando tienen hijos/as o reducen su jornada laboral, lo que repercute en sus rentas precisamente cuando son mayores al ser sus pensiones son más bajas que las de los hombres.
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Bourdieu, P. (2002). Sociología y Cultura. México: Grijalbo.
Bustillos-LópezI, A., & Fernández-Ballesteros, R. (2012). Efecto de los estereotipos acerca de la vejez en la atención a adultos mayores. Salud pública México vol.54 no.2.
González Ortega, S. (2001). La discriminación por razón de la edad. Temas Laborales, nº 59, 93-124.
Johnson, R. W., & Neumark, D. (1997). Age Discrimination, Job Separation, and Employment Status of Older Workers: Evidence from Self-Reports. Journal of Human Resources, Vol. 32, no. 4 .
Kunze, F., Boehm, S. A., & Bruch, H. (2011). Age diversity, age discrimination climate and performance consequences—a cross organizational study. Journal of Organizational Behavior, 32, 264–290.
Rosado Millán, M. J. (2011). Los hombres y la construcción de la identidad masculina. Madrid: Fundación iS+D.
Rosado Millán, M.J. y García García. F. (2018). Hacia un Feminismo del Punto Medio: Nueva Teoría para la Igualdad de Género. Fundación iS+D para la Investigación Social Avanzada
Roscigno, V. J. (2007). Age Discrimination, Social Closure and Employment. Social Forces Volume 86 (1), 313-334.
Mª Jesús Rosado Millán
Presidenta de la Fundación iS+D para la Investigación Social Avanzada
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