Desde la Fundación iS+D para la Investigación Social Avanzada queremos sumarnos, un año más, al Día Internacional de la Mujer.
Como cada 8 de marzo, se celebra en todo el mundo el Día Internacional de la Mujer, promovido por Naciones Unidas a través de ONU Mujeres. Este año el lema escogido es «Por un mundo digital inclusivo: Innovación y tecnología para la igualdad de género», con el fin de reclamar una acción vinculada por el clima por y para las mujeres pues, como dicen:
«En este Día Internacional de la Mujer, hacemos un llamamiento a los gobiernos, a los movimientos activistas y al sector privado para acelerar sus esfuerzos por conseguir un mundo digital más seguro, más inclusivo y más equitativo. En un momento en el que nos enfrentamos a múltiples crisis globales, tenemos la posibilidad de crear un futuro mejor, no solo para las mujeres y las niñas, sino para toda la humanidad y toda la vida en la Tierra».
Con motivo de este día, Mª Jesús Rosado Millán, Presidenta de la Fundación iS+D, realiza a continuación un recorrido por la historia del feminismo, desde su origen hasta la cuarta ola de este movimiento social y en la que actualmente nos encontramos.
LA HISTORIA DEL FEMINISMO
Las reivindicaciones femeninas comienzan su andadura con la Ilustración, periodo en el cual la Naturaleza sería la gran rehabilitada que se convierte en el principio normativo de todas las cosas y en el modelo a imitar. Surgen las teorías iusnaturalistas que parten de la desigualdad entre los seres humanos y que dan forma a las teorías del contrato social.
- Cada corriente feminista ha destacado aspectos que han dignificado a la mujer y la han reconocido como sujeto de pleno derecho.
La idea de progreso también procede de esta época. Los ilustrados rompen con la visión pesimista de la especie presente en el pensamiento hebreo y cristiano. Para la mayor parte de los filósofos ilustrados esta fe ciega en el progreso tiene un sentido ético, considerándolo el camino para hacer a la humanidad mejor y más dichosa. Algunos ilustrados, como Condorcet, entienden el progreso como adelanto técnico, pensamiento que impregnaría el positivismo característico del siglo XIX.
Pero la inquietud por el conocimiento no era solo cosa de hombres, ya estas ideas eran compartidas por las mujeres, que comenzaron a participar activamente en el desarrollo intelectual del momento. En el siglo XVIII proliferan las tertulias en los salones literarios en los que se habla de política, ciencia y literatura, siendo regentados y frecuentados por mujeres como Marie de Gournay, Catherine de Vivonne y Anne Thérèse de Lambert, entre otras.
Las mujeres también dejarían su impronta en el mundo de la ciencia, con nombres ilustres como Margaret Cavendish, Maria Margarethe Winkelmann-Kirch o Émilie du Châtelet.
Pero la Ilustración no solo fue una revolución del conocimiento, sino que significó la lucha por determinados valores sociales hasta ese momento inexistentes, como era la igualdad entre los individuos. Sin embargo, esta demanda general no incluía a las mujeres, a las que los hombres intentaron dejar fuera de las ideas de progreso, libertad e igualdad. Así, la misoginia se encontraba ampliamente representada entre los filósofos ilustrados como Voltaire, Rousseau o Immanuel Kant.
A pesar de estas resistencias, todos estos movimientos sociales basados en las ideas de libertad, igualdad y fraternidad darían lugar a la conciencia de los derechos humanos y supusieron el final del Antiguo Régimen. Asimismo, fueron el origen de los movimientos feministas que cambiarían radicalmente el mundo. Comienza el camino de la independencia femenina y el principio de la transformación del patriarcado.
- Tras la Revolución Industrial se dieron dos tipos de movimientos protagonizados por mujeres: el de mujeres proletarias, que entrarían a formar parte del movimiento obrero y darían lugar al feminismo socialista; y el protagonizado mayoritariamente por las mujeres burguesas de clase media y alta que protagonizaron el sufragismo y que se incluirían dentro del movimiento liberal.
El sufragismo: la primera ola del movimiento feminista
Las mujeres participaron en el Renacimiento y en la Revolución Francesa, y también lo hicieron en el movimiento socialista surgido a raíz de la Revolución Industrial. Pero esta contribución era en calidad de «outsiders» porque ni formaban parte de las declaraciones de derechos, ni tenían capacidad sobre sus propias acciones, ni disponían de las mismas condiciones laborales que sus homólogos masculinos, ni podían participar en los asuntos colectivos.
Después de la Revolución Industrial se produjo una nueva división entre los sexos basada en el ideal burgués de clase media. El nuevo sistema económico, el capitalismo, dio lugar a la aparición de una nueva clase social, el proletariado, desprovisto de toda capacidad económica, clase cuyas condiciones de vida eran de extrema dureza, afectando más a las mujeres que a los hombres, los cuales, a pesar de sus malas condiciones de vida, tenían ciertos privilegios. Ya fuesen burguesas o proletarias, las mujeres seguían estando sometidas. Su condición seguía siendo de subordinación. Pero lo que impulsaría sus reclamaciones es la conciencia de su condición dentro del patriarcado. Es esta conciencia las que las hizo situarse dentro del sistema y posicionarse respecto al mismo.
Se dieron dos tipos de movimientos protagonizados por mujeres: el formado por las proletarias, que entrarían a formar parte del movimiento obrero y darían lugar al feminismo socialista cuyas reclamaciones de derechos se harían dentro dicho movimiento; y el protagonizado mayoritariamente por las mujeres burguesas de clase media y alta que protagonizaron el sufragismo y que se incluirían dentro del movimiento liberal.
Autoconocimiento y autocontrol femenino: la segunda ola del movimiento feminista
Esta segunda ola comienza en la década de los años 60 y se prolonga hasta la de los 90. Se puede subdividir en varias corrientes:
● El feminismo occidental de los países ricos. Las reivindicaciones de las mujeres en pie de igualdad con los hombres serían la base del feminismo de la igualdad. Parte del supuesto de que las relaciones entre las mujeres y los hombres son de desigualdad siendo su origen la instauración del patriarcado.
Esta perspectiva, cuyo aporte innegable es la lucha por la igualdad, hizo que reivindicaciones posteriores se encontrasen atrapadas dentro de un modelo androcéntrico que consideraba al varón como la medida a la que había que homologarse. Autoras como Code (2012), Santa Cruz (1992) y Coole (1993) destacan los problemas que esta perspectiva entraña para la sociedad al no cuestionar el modelo varonil. Querer ser «igual a» es caer en el modelo androcéntrico, que no solo considera al varón el ideal a imitar, sino que cree que han sido precisamente los varones los que han establecido el modelo de feminidad, como denuncian las autoras mencionadas. Con las miras puestas en la superación del androcentrismo, aparece el feminismo de la diferencia, cuya proclama es «Ser mujer es hermoso».
A pesar de estas discrepancias, en esta segunda ola se fueron desarrollando reivindicaciones nuevas como la libertad sexual y los derechos reproductivos.
Dentro de esta corriente se encontraría también el feminismo socialista, iniciado en la primera ola, y el feminismo liberal, evolucionado del movimiento sufragista.
● El feminismo contestatario: lésbico, cultural y étnico. Los sesenta y, sobre todo, los setenta, marcan una época en la que numerosos colectivos marginados e invisibilizados adquirieron conciencia de sí mismos: pacifistas, minorías étnicas, homosexuales, personas mayores, desempleadas, etc., entre los que se encuentran los grupos de mujeres feministas que luchaban por una mayor igualdad de oportunidades. Estos colectivos se fueron dando cuenta de que lo que se considera «normal» estaba formado por una minoría social: hombres, blancos, cristianos y en plena capacidad productiva. Todo lo demás eran «los otros».
Este feminismo forma parte de lo que se ha denominado feminismos poscoloniales, que se desarrollan en la década de los setenta, y que incluye el feminismo negro, étnico, islámico, etc. que se despegaron del feminismo hegemónico noroccidental al que criticaban por su racismo.
Estos feminismos aportaron, además del género, conceptos nuevos como: raza, etnia, sexo y sexualidad, que enriquecieron los estudios feministas. No se trata solo de hombres y mujeres y de sus mutuas relaciones, sino de hombres dentro de hombres y mujeres dentro de mujeres, es decir, de las relaciones sociales existentes entre los hombres y entre las mujeres respecto a sí mismos. En definitiva, se trata de analizar las diferencias que puedan existir en las relaciones intrasexo, desde el punto de vista de la igualdad.
Las reflexiones realizadas por los feminismos poscoloniales han sido de gran importancia para el desarrollo de la teoría feminista, pues la dominación está tan imbricada en el imaginario colectivo que se incardina en las mentes incluso de las personas que luchan por la igualdad, y se proyecta sobre la mayoría de las acciones humanas. Ello torna invisible todo aquello que cuestiona dicha dominación, afectando incluso a la ciencia cuyos análisis se realizan bajo el prisma de los conceptos de superioridad e inferioridad.
Es evidente que las demandas de las mujeres varían en función del contexto en el que viven y de sus condiciones de vida, pues no es lo mismo centrarse en ocupar puestos de responsabilidad en grandes corporaciones que tener que buscar la comida para sobrevivir.
- A partir de los 90, el pensamiento feminista comenzó a enriquecerse con nuevas aportaciones provenientes de los movimientos ecologistas, pro derechos humanos y de los derechos LGTBI, así como de la mayor sensibilización social ante la violencia de género.
El feminismo posmoderno: la tercera ola del movimiento feminista
La tercera ola se inicia a mediados de los 90 y supuso un nuevo impulso, ya que la década de los 80 estuvo marcada por un fuerte conservadurismo especialmente en el mundo anglosajón, y por la caída de los países socialistas. También fue el inicio de la decadencia de la socialdemocracia europea como modelo defensor del estado de bienestar, y con ella, del surgimiento de un nuevo orden mundial neoliberal y conservador. Fueron años de una cierta ralentización del activismo feminista, de replanteamientos teóricos, de reformulación ontológica del movimiento. Razones internas, como la existencia de diversas corrientes feministas y, externas, como la globalización y los cambios sociales en la familia, el trabajo y la educación (Scanlon, 2009), tuvieron su incidencia en el activismo que había caracterizado a los movimientos feministas de los años 60 y 70.
Los cambios acaecidos a nivel mundial como la globalización, los problemas medioambientales, el calentamiento global o la concienciación de los derechos de los animales y del respeto a la naturaleza, influyeron en el pensamiento feminista que a partir de los 90, comenzó a enriquecerse con nuevas aportaciones provenientes de los movimientos ecologistas, pro derechos humanos y de los derechos LGTBI, así como de la mayor sensibilización social ante la violencia de género. Surgen así nuevas corrientes como el ecofeminismo, la teoría queer o el ciberfeminismo que cuestionan los presupuestos de universalidad femenina, género, sexualidad y heteronormatividad (Rampton, 2015).
El ecofeminismo considera que la subordinación de las mujeres a los hombres y la explotación de la naturaleza son dos caras de una misma moneda dentro de la lógica de la dominación patriarcal y la supeditación de la vida a la obtención de beneficios (Pascual Rodríguez y Herrero López, 2010). Este feminismo se debate entre la asociación mujer-naturaleza y la que busca los procesos sociales que hay detrás de las relaciones con la naturaleza desde una perspectiva de género.
La teoría queer supone un nuevo posicionamiento de los constructos género, identidad sexual y sexualidades y un cuestionamiento del sistema y de la academia (Queering the Academy).
El ciberfeminismo surge a principios de los noventa de la mano del colectivo feminista de artistas y activistas australianos/as VNS Matrix, entre quienes se encuentran Josephine Starrs, Julianne Pierce, Francesca da Ri-mini y Virginia Barrat. Plantea que la conjunción de las máquinas cibernéticas y de las mujeres en el ciberespacio será el territorio en el que el feminismo establezca su lucha (Aguilar García, 2007).
Hay quienes piensan que las transformaciones experimentadas durante el siglo XXI forman parte de esta tercera ola, si bien se han producido variaciones importantes que constituyen una nueva etapa dentro del feminismo.ola
- Se van vislumbrando nuevas consideraciones dentro de la lucha feminista como son la inclusión de los hombres dentro de los estudios de género y la extensión del feminismo como movimiento de lucha transversal por los derechos de colectivos que se encuentran discriminados y excluidos en la actualidad.
Nuevos feminismos: la cuarta ola del movimiento feminista
Martha Rampton, profesora de Historia del Centro de la Igualdad de Género de la Universidad del Pacífico, considera que estamos inmersos/as en una nueva ola feminista en los que la tecnología juega un papel preponderante. La revolución de Internet también ha impactado en el feminismo al permitir la comunicación a lo largo y ancho del mundo facilitando así el trasvase de ideas y la puesta en común de nuevas reivindicaciones: aumento de las denuncias por violencia de género, protestas ante el acoso sufrido por mujeres en el trabajo y en los espacios públicos, denuncias de las violaciones que han motivado marchas de protesta en diferentes países, etc.
Todo ello ha servido para concienciar y sensibilizar a la sociedad sobre la intimidación y la coacción ejercida sobre las mujeres que se manifiesta en las noticias de los medios de comunicación y en la visualización de las protestas sociales en contra de estos hechos.
Movimientos como los Ni putes ni soumises francés, Pussy Riot ruso o Femen ucraniano, son grupos que utilizan la provocación como medio de llamar la atención sobre sus demandas relacionadas con la consideración de la mujer como objeto sexual, la política, la violencia contra las mujeres, etc.
También es el momento de la visualización de los feminismos procedentes de países no occidentales cuyos planteamientos son diferentes y luchan por los derechos de las mujeres por otras vías. Estos feminismos no son nuevos, pero sí su visibilidad internacional.
Por otro lado, se van vislumbrando nuevas consideraciones dentro de la lucha feminista como son la inclusión de los hombres dentro de los estudios de género, la extensión del feminismo como movimiento de lucha transversal por los derechos de colectivos que se encuentran discriminados y excluidos en la actualidad tales como el movimiento LGTBI, la lucha contra el racismo, edadismo o cualquier tipo de discriminación.
Es precisamente el feminismo de la cuarta ola el que ha venido a aglutinar a la vanguardia de hombres que perciben que algo pasa con ellos, en su condición de tales dentro del patriarcado.
Aguilar García, T. (2007). Ciberfeminismo y ecofeminismo. Germinal Revista de Estudios Libertarios, 73-81.
Code, L. (2012). Simple Equality is not enough. Australasian Journal of Philosophy, 48-65.
Coole, D. H. (1993). Women in Political Theory: From Ancient Misogyny to Contemporary Feminism. New York: Harvester Wheatsheaf.
Pascual Rodríguez, M., & Herrero López, Y. (2010). Ecofeminismo, una propuesta para repensar el presente y construir el futuro. CIP-Ecosocial – Boletín ECOS, nº 10.
Rampton, M. (2015) “Four Waves of Feminism”, Pacific university, http://www.pacificu.edu/about-us/news-events/four-waves-feminism, Retrieved 201207-20
Santa Cruz, I. (1992). Sobre el concepto de igualdad: algunas observaciones. Isegoría, nº 6, 145-152.
Mª Jesús Rosado Millán
Presidenta de la Fundación iS+D para la Investigación Social Avanzada
Ebook Gratis
Descarga gratis el libro “Hacia un Feminismo del Punto Medio: Nueva Teoría para la Igualdad de Género”