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El movimiento feminista y los orígenes del feminismo

¿Qué es feminismo? ¿Cuál es el origen del movimiento feminista?

El feminismo es un movimiento por los derechos de las mujeres con el objetivo de terminar con la subordinación femenina fruto del sistema patriarcal de dominación masculina. Este movimiento no es homogéneo, ya que está constituido por diversas corrientes que defienden puntos de partida y estrategias diversas, si bien todas ellas coinciden en expresar la lucha de las mujeres contra cualquier forma de discriminación contra ellas (Gamba, 2007).

De los orígenes de este importante movimiento social hablaremos hoy en esta nueva entrada de la serie Historia del Feminismo » Género, Igualdad y Derechos Humanos del Blog de la Fundación iS+D. Si te interesa, no dejes de echar un vistazo al resto de entradas publicadas.

Los orígenes del feminismo

Las reivindicaciones femeninas comienzan su andadura con la Ilustración, periodo en el cual la Naturaleza sería la gran rehabilitada que se convierte en el principio normativo de todas las cosas y en el modelo a imitar. Surgen las teorías iusnaturalistas que parten de la desigualdad entre los seres humanos y que dan forma a las teorías del contrato social.

La idea de progreso también procede de esta época. Los ilustrados rompen con la visión pesimista de la especie presente en el pensamiento hebreo y cristiano. Para la mayor parte de los filósofos ilustrados esta fe ciega en el progreso tiene un sentido ético, considerándolo el camino para hacer a la humanidad mejor y más dichosa. Algunos ilustrados, como Condorcet, entienden el progreso como adelanto técnico, pensamiento que impregnaría el positivismo característico del siglo XIX.

Pero la inquietud por el conocimiento no era solo cosa de hombres, ya estas ideas eran compartidas por las mujeres, que comenzaron a participar activamente en el desarrollo intelectual del momento.

Lectura en casa de Madame Geoffrin (1812)

Fuente: Lemonnier

En el siglo XVIII proliferan las tertulias en los salones literarios en los que se habla de política, ciencia y literatura, siendo regentados y frecuentados por mujeres. Entre estas mujeres destacan:

Marie de Gournay (1565-1645), ensayista francesa que denunció a los científicos que veían a las mujeres como si fuesen de una especie diferente, un error de la naturaleza, adecuadas solo para complacer al hombre.
Catherine de Vivonne, marquesa de Rambouillet (1588-1665), creadora, en el siglo XVII, del primer salón literario parisino en su palacio hotel de Rambouille.
Anne Thérèse de Lambert (1647-1733), aristócrata ilustrada en cuyo salón parisino se reunían algunos de los intelectuales y políticos más reconocidos en la época, entre los que se encontraban Marivaux y Montesquieu.
Marie-Thérèse Rodet Geoffrin (1699-1777), cuyo salón era frecuentado por filósofos, enciclopedistas, políticos, militares, nobles, filósofos y aristócratas.
Suzanne Necker (1739-1794), por cuyo salón pasaron literatos y científicos como Buffon, Marmontel, Grimm, Diderot, d’Alembert y Morellet.

No obstante, las mujeres, aunque sus nombres no hayan sido citados como los de sus colegas masculinos, no solo se dedicarían a las tertulias literarias, sino que dejarían su impronta en el mundo de la ciencia:

Margaret Cavendish (1623-1674), científica y escritora fue la primera mujer que entró en la Royal Society de Londres. Participó en las discusiones sobre la materia y el movimiento, la existencia del vacío, la percepción y el conocimiento.
Maria Margarethe Winkelmann-Kirch (1670-1720), perteneciente al grupo de astrónomas que proliferó en Alemania. Participó en la creación de la Academia de Ciencias de Berlín que posteriormente le ne-garía una plaza.
Émilie du Châtelet (1706-1749), matemática y física francesa, traductora de la obra de Newton.
María Gaetana Agnesi (1718-1799), matemática italiana autora del primer libro de texto que trata conjuntamente el cálculo diferencial e integral.
Marie Anne Pierrette Paulze (1758-1836), química francesa que trabajó conjuntamente con su esposo Lavoisier; ambos rehicieron el campo de la química.
Lady Mary Wortley Montagu (1689-1762), trajo del Imperio Otomano la práctica de la inoculación como profilaxis contra la viruela.
Caroline Lucretia Herschel (1750-1848), astrónoma alemana descubridora de 8 cometas, entre los que se encuentra el cometa periódico 35P/Herschel-Rigollet. Fue una de las primeras mujeres científicas que cobró por su trabajo.
Mary Fairfax Greig Somerville (1780-1872), matemática y astrónoma escocesa. Escribió numerosos ensayos sobre astronomía contribu-yen a la difusión de la astronomía.
◢ Laura Bassi (1711-1778), primera profesora de filosofía de la uni-versidad y miembro de la Academia de Ciencias de Bolonia. Tuvo 12 hijos/as, lo que no le impidió el desarrollo de su carrera profesional, a pesar de que hasta 1776 el Senado de Bolonia no le concediera la cátedra de física experimental en el Instituto de Ciencias.

Pero la Ilustración no solo fue una revolución del conocimiento, sino que significó la lucha por determinados valores sociales hasta ese momento inexistentes, como era la igualdad entre los individuos. Sin embargo, esta demanda general no incluía a las mujeres, a las que los hombres intentaron dejar fuera de las ideas de progreso, libertad e igualdad.

Cavana hace un interesante recorrido de la participación de las mujeres en la Revolución Francesa. Cuando Luis XVI convoca a los Estados Generales –nobleza, clero y pueblo–, las mujeres comienzan a formular sus primeras reclamaciones al rey, pero poco después de quedar constituida la Asamblea Constituyente que acaba con el Antiguo Régimen, estas quedan excluidas de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, a pesar de haber luchado codo con codo con los revolucionarios franceses (ellas fueron las que marcharon hacia Versalles en octubre de 1789 para protestar por la falta de alimentos y las que escoltaron al Rey en su vuelta forzada a París).

Paralelamente, de la mano de las burguesas liberales irían surgiendo clubes de mujeres en los que se discutía de política y de asuntos relacionados con la condición de la mujer, siendo uno de los más destacados la Sociedad Parisina de Republicanas Revolucionarias entre las que destacan Pauline Léon y Claire Lacombe. Inicialmente colaborarían con los jacobinos hasta advertir que estos no luchaban contra la desigualdad social, situación que generó la hostilidad jacobina que procedió al cierre de los clubes de mujeres en 1793, prohibiendo al año siguiente la participación femenina en cualquier tipo de actividad política (Cavana, 1995).

Las mujeres no podían ser miembros de la Asamblea Nacional (solo podían asistir como público oyente), y estaban excluidas de las declaraciones de derechos. Ante esta situación, Olimpia de Gouges escribió La Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana (Mayos, 2007). Su encarcelamiento y ejecución el 3 de noviembre de 1793 supuso el fracaso de sus reivindicaciones durante la etapa jacobina. Pero ese intento de «ponerle puertas al campo» no dejaría de ser un intento. El principio Ilustrado de «igualdad universal», aunque no incluyese inicialmente a las mujeres, no dejaba de ser un principio general que sería la base de las posteriores reivindicaciones femeninas, pues como señala Amorós: el feminismo como cuerpo coherente de vindicaciones solo pudo articularse teóricamente […] a partir de las premisas ilustradas (Amorós, 1990).

Los hombres, en su intento desesperado por diferenciarse de las mujeres por vía de la superioridad, irían perdiendo batallas para mantener la desigualdad. No pudieron impedir que las mujeres proclamaran a los cuatro vientos las ansias de libertad, igualdad y fraternidad que reclamaban para ellos. Entre estas mujeres destacan:

Marie de Gournay (1565-1645), reivindica la abolición de las des-igualdades en Égalité des Hommes et des Femmes.
Inés Joyes y Blake (1731-1808), escribió acerca del papel de la mujer en la sociedad y reclamó para ellas el ejercicio de la razón. Tradujo la novela El príncipe de Abisinia, de Samuel Johnson, firme defensor de los derechos de las mujeres.
Olimpia de Gouges (1748-1793), escribió un manifiesto titulado La Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana y realizó diversos intentos de organizar a las mujeres para hablar sobre su condición.
Mary Wollstonecraft (1759-1797), en la Vindicación de los derechos de la mujer (1792), aboga por la igualdad educativa y de oportunidades para ambos sexos.
Josefa Amar y Borbón (1749-1833), escribió sobre la admisión de las mujeres en las sociedades científicas en su Discurso sobre la Educación Física y Moral de las Mujeres.
Théroigne de Méricourt (1762-1817), fundó el Club de los Amigos de la Ley en el que podían participar hombres y mujeres, aunque ella fue la única que lo hizo.

A esta igualdad se sumaron una serie de hombres que proclamaban la igualdad entre los sexos, entre los que destacan:

François Poullain de La Barre (1647-1725), filósofo francés procedente de una familia burguesa. En su obra De l’Égalité des deux sexes declara que mujeres y hombres son iguales, al menos en el plano espiritual, ya que el espíritu carece de sexo. Aplica el método lógico-racional cartesiano a sus estudios, y concluye que la dominación masculina era consecuencia de la mayor fuerza física de los varones, y la que los llevó a someter a las mujeres en todos los ámbitos de la vida, alejándolas de aquello que pudiera posibilitar su desarrollo personal (de la Barre, 1993).
Georg Christian Lehms (1684 – 1717), poeta alemán que defendía que no existía ninguna carencia en el sexo femenino que les impidiera dedicarse al estudio y pedía que se les abrieran las puertas de las cuatro facultades para que pudieran elegir estudios según su inclinación.
Samuel Johnson, (1709-1784), escritor, poeta y ensayista inglés, defendió el talento de las mujeres y criticó a los hombres que las consideran inferiores.
Theodor Gottlieb von Hippel (1741–1796), nacido en Prusia, abogado y escritor, escribió sobre el mejoramiento civil de las mujeres. Su afirmación radical de la igualdad entre los sexos fue más allá que la de Mary Wollstonecraft (Cavana M. L., 1991).
Marie-Jean-Antoine Nicolas de Caritat, marqués de Condorcet (1743-1794). Consideraba que la educación debía ser laica y fue partidario del voto de las mujeres como consta en el Journal de la Société de 1789, y en el artículo publicado en 1790 sobre la admisión de las mujeres en el derecho de ciudadanía.
John Stuart Mill (1806-1873), político liberal preocupado por condiciones de las trabajadoras, defensor de la igualdad de las mujeres y del sufragio femenino.

A pesar de ello, la misoginia se encontraba ampliamente representada entre los filósofos ilustrados:

Voltaire, François-Marie Arouet (1694-1778). Se refiere a la mujer como menos fuerte, menos alta, menos capaz de realizar trabajos largos.
Rousseau (1712-1778). Es un ardiente defensor de la igualdad entre los hombres, pero no incluye a la mujer a la que concibe como una especie de suplemento del hombre al que debe agradar y servir en todo momento.
Immanuel Kant (1724-1804), filósofo prusiano gran influyente en la filosofía occidental. Vincula a la mujer con la naturaleza. Su misión es «civilizar» a los hombres, pero la razón es cosa de hombres.

El temor de los hombres a que las mujeres pudieran ser iguales a ellos tiene una larga tradición desde la instauración de la dominación masculina. Para evitarlo generaron todo tipo de estrategias discursivas tendentes a demostrar la inferioridad femenina. Estos discursos estarían presentes en los pensadores herederos de la Ilustración: Hegel, Schopenhauer, Kierkegaard, Nietzsche (Valcárcel, 1996).

Schopenhauer (1788-1860) creía que las mujeres eran limitadas de inteligencia, una especie a medio camino entre el niño y el hombre. Las mujeres existen porque la Naturaleza necesita reproducir la vida, pero nada más.
Severo Catalina (1832-1871), escritor y periodista español decía: «dejad que el hombre, organizado física e intelectualmente para el trabajo, cumpla en la tierra su misión; vuestras manos son muy delicadas; la vivacidad de vuestro rostro y la tersura de nuestra frente peligran en el frío clima de la abstracción metafísica».
Friedrich Nietzsche (1844-1900), filósofo alemán consideraba a las mujeres superficiales, ridículas e indiscretas. Son una continuidad de la Naturaleza y son los hombres los que idean lo femenino.
Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831) vincula también la mujer a la Naturaleza. Lo masculino es lo consciente mientras que lo femenino es genérico.
Søren Aabye Kierkegaard (1813–1855), filósofo danés. Lo femenino no tiene vida propia, su espíritu es vegetativo, no puede traspasar los límites de la Naturaleza.

A pesar de estas resistencias, todos estos movimientos sociales basados en las ideas de libertad, igualdad y fraternidad darían lugar a la conciencia de los derechos humanos y supusieron el final del Antiguo Régimen. Asimismo, fueron el origen de los movimientos feministas que cambiarían radicalmente el mundo. Comienza el camino de la independencia femenina y el principio de la transformación del patriarcado.

……………

Amorós, C. (1990). El feminismo: senda no transitada de la Ilustración. Recuperado el agosto de 2014, de Isegoría. Revista de Filosofía Moral y Política: http://isegoria.revistas.csic.es/index.php/isegoria/article/viewFi-le/383/384

Cavana, M. L. (1991). Sobre el mejoramiento civil de las mujeres. Theo-dor Gottlieb von Hippel o las contradicciones de la Ilustración. Agora: Papeles de Filosofía(10).

Cavana, M. L. (1995). Las mujeres y la Revolución Francesa: el para-digma de la igualdad de derechos. En A. Puleo, Papeles sociales de muje-res y hombres (págs. 51-58). Madrid: Genlro de Publicaciones Secielana Generel Técnica. Sª Estado Educación.

Gamba, S. (2007). Diccionario de Estudios de Género y Feminismos. Buenos Aires: Editorial Biblos.

Mayos, G. (2007). La Ilustración. Barcelona: UOC.

Rosado Millán, M.J. y García García. F. (2018). Hacia un Feminismo del Punto Medio: Nueva Teoría para la Igualdad de Género. Fundación iS+D para la Investigación Social Avanzada

Valcárcel, A. (1997). La política de las mujeres. Madrid: Ediciones Cátedra.

Mª Jesús Rosado Millán

Presidenta de la Fundación iS+D para la Investigación Social Avanzada

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